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martes, 22 de agosto de 2006




La resolución de la ONU sobre Líbano, última oportunidad para los regímenes árabes prooccidentales. ( Alberto Cruz )

16 de agosto de 2006


"Israel y sus aliados, entre los que incluyo por omisión a los regímenes árabes, tienen por qué preocuparse. De forma especial estos últimos, que han mostrado palmariamente su impotencia militar y su bancarrota política. De ahí que la única salida decorosa que les haya quedado a ambos es esta resolución del Consejo de Seguridad".
El consejo de Seguridad de la ONU ya tiene su resolución sobre Líbano*. Un mes después y, como era previsible, a la medida de Israel. Este país, su principal aliado ­EEUU- y la siempre sumisa Europa (con el acompañamiento de Rusia y China) pretenden conseguir con ella lo que no han sido capaces de lograr en el campo de batalla. Israel ha perdido el mito de la invencibilidad de su Ejército, ha mostrado su vulnerabilidad ­el sábado mismo Hizbulá acabó con la vida de 24 de sus soldados y derribó un helicóptero (1)- y sólo puede ofrecer un cierto éxito diplomático gracias a sus aliados. Israel está acostumbrado a imponer su paz, que equivale a rendición, pero ahora se ha encontrado con un adversario formidable que le va a obligar, y a sus aliados, a ceder.
En un repaso apresurado al texto pareciera que se asumen todas y cada una de las tesis israelíes sin que, aparentemente, este país ofrezca nada a cambio. No se condena a Israel por la agresión, no se le piden responsabilidades por la destrucción de objetivos civiles y la sistemática violación del derecho internacional y se le trata con la cortesía de los timoratos aceptando que se retire de lo poco que ha podido ocupar del sur de Líbano cuando lleguen los soldados libaneses y que se pueda "defender" frente a hipotéticas agresiones de los combatientes de la resistencia libanesa. Sin embargo, en esta ocasión hay que leer entre líneas porque la partida tenía otras cartas y aunque los precedentes son claros a la hora de juzgar a un Estado que tiene un impresionante currículum de desprecio hacia el derecho internacional y la ONU casi desde su fundación, ahora llega el momento de retratarse para Israel, EEUU, Kofi Annan y los países árabes que no han querido molestar a su patrón estadounidense. Hizbulá les ha puesto en ridículo y la calle árabe no lo olvida. Vayamos por partes.
La Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU (2) no menciona en ningún momento la palabra guerra y sólo habla de "conflicto" entre Hizbulá e Israel. Tras la invasión de Iraq la ONU ha venido languideciendo hasta quedar en lo que es hoy, una vulgar marioneta en manos de los EEUU. Hay que recordar que si se ha tardado tanto en aprobar esta resolución ha sido porque EEUU hizo uso del veto en otra, presentada por Qatar, para dar tiempo a que Israel derrotase a Hizbulá. Si antes de marzo de 2003, y al calor de la Doctrina de Seguridad Nacional establecida por Bush, para los EEUU la ONU era irrelevante, tras el fiasco de la ocupación de Iraq han triunfado aquellos que, como Michel Ignatief o Robert Kagan, venían preconizando que había que hacer de este foro multinacional un "suministrador de legitimación política" siempre y cuando, claro está, que se reflejen en sus resoluciones los intereses nacionales estadounidenses. Y a ello se han dedicado, concienzudamente, desde entonces. Especialmente con Líbano, convertido en el nuevo tablero de la política geoestratégica imperialista.
En el caso de este pequeño país árabe, desde el año 2004 son ya cinco las resoluciones aprobadas y siempre con el mismo objetivo: la retirada siria ­para debilitar al régimen-, el desarme de Hizbulá y de los refugiados palestinos. Esto es prioritario tanto para EEUU (en su modificado diseño de reordenación geoestratégica de Oriente Medio) como para Israel. En ninguna de las cuatro resoluciones anteriores -R1559 (2004), R1655 (2005), R1680 (2006) y R1697 (2006)- se mencionan las causas históricas de una situación que surge desde el mismo momento de la creación del Estado de Israel, en 1948. En la aprobada el pasado sábado sí se hace una ligera mención a ello cuando se habla del armisticio firmado entre los dos países el 23 de marzo de 1949 y que hacía referencia a las fronteras. Y aquí está uno de los nudos gordianos de la cuestión: la ocupación, por parte de Israel, de las granjas de la Shebaa.
Con la aprobación de la R1701 quedará para la historia que Hizbulá fue el desencadenante de todo este desastre mientras que Israel se mantendrá inmaculado pese a la estela de muerte y destrucción que está dejando y sin que nadie le reclame no ya responsabilidades por esos crímenes de guerra ­aunque claro, si no hay guerra no podrá haber ese tipo de crímenes-, sino indemnizaciones por la destrucción de toda la infraestructura civil de un país, esté o no con Hizbulá. Sin embargo, quienes señalan con el dedo acusador a Hizbulá deberían no olvidar un proverbio inglés muy conocido: "cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres te apuntan a ti".

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