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viernes, 20 de noviembre de 2015

SOLIDARIOS CON EL DOLOR

                                                        Foto:Adela Sanz

Antes y después, también durante, nos sentimos concernidos y sobrecogidos por el dolor de tantos como hoy en Paris y en otros lugares sufren las carencias y la muerte causadas por las guerras, las injusticias, el desprecio absoluto por la vida de sus semejantes.

Somos solidarios y procuramos hacer nuestro ese dolor innumerable y sin rostro que está cubriendo como un manto de oscuridad nuestro mundo.

Nuestra solidaridad no hace acepción de personas procedan de donde procedan, hablen lenguas diversas, vistan, coman o profesen religiones que nos son ajenas. Todas estas diferencias no podrán nunca confundir la sangre común que corre por nuestras venas y que se llama humanidad. Como atentado contra la humanidad, de la que nos sentimos parte, condenamos la violencia y la muerte de nuestros semejantes sin diferencias, sin magnificar la solidaridad poniendo el acento en el lugar de la tragedia. Rechazamos sin paliativos la matanza de civiles en Paris, en Beirut, en Alepo, en Raqqa y en tantos lugares donde siguen perpetrándose crímenes que claman al cielo; sin olvidar las aguas de este familiar y cálido Mediterráneo que la iniquidad de nuestros dirigentes está convirtiendo en un cementerio.
Somos y seguiremos siendo solidarios con los pueblos, con las personas de a pie que siguen teniendo, como nosotros, ganas de bailar, de reir, de beber, parafraseando a Santiago Alba Rico (“Paris, ¿de qué guerra hablamos?”).

Pero estar junto a los pueblos no quiere decir estar al lado de los gobiernos, y menos, cuando estos parecen solamente interesados en administrar el sufrimiento real de sus ciudadanos para justificar actuaciones que van justo en dirección opuesta a la causa de la justicia, la paz la hermandad universal. Nos referimos a la promoción de la guerra con su consiguiente retahíla de mayores dosis de sufrimiento para inocentes, puesta al servicio de políticas de control de zonas de interés geoestratégico, como son el próximo y el medio Oriente. También a la utilización, por parte de nuestros gobernantes, de los sentimientos de miedo colectivo y de vulnerabilidad como justificación para limitar las libertades y los derechos democráticos.

Ante tantas declaraciones clamando venganza, nosotros apostamos por abrir vías a la paz; a las armas oponemos las palabras, ante la irracionalidad, la razón, frente a la exacerbación de los más bajos instintos humanos, apostamos por la comprensión y la solidaridad; ante el ellos o nosotros decimos que sólo juntos, aunque diferentes, podremos construir otro mundo digno de ser vivido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

GRACIAS. Gracias por la sensatez y la solidaridad, sin medias tintas, sin hipocresía, por la solidaridad no condicionada, porque entonces no puede ser llamada solidaridad. Hace falta poder leer algo como ésto en estos días donde además todo se dirige a crear un clima de odio.