La declaración del año 2021 como año europeo del ferrocarril supone una oportunidad para relanzar y poner en primer lugar de prioridades la defensa del ferrocarril como medio de transporte seguro, al servicio de las personas y medioambientalmente sostenible.
Los sucesivos gobiernos del PP y PSOE han realizado durante los últimos años una
política de transporte ferroviario orientada a su liberalización y privatización, destinando
ingentes cantidades de dinero público a la construcción de líneas de Alta Velocidad
que pudiesen hacer atractiva la llegada de operadores privados y abandonando
las inversiones en las líneas ferroviarias normales/convencionales, utilizadas por
el 95% de las personas que usan el tren. La Alta Velocidad ha consumido grandes
inversiones públicas, tiene un gran impacto ambiental y energético, y ha contribuido
al aislamiento de infinidad de zonas rurales. Esta concepción del transporte se aleja
del papel de prestación de servicio público, de vertebración del territorio y de reequilibrio
territorial que debe jugar el ferrocarril.
La progresiva disminución de servicios en los municipios de menos de 20.000 habitantes
está contribuyendo directamente a su desaparición, ya que las personas que
viven en ellos necesitan desplazarse para acceder a servicios de primera necesidad
como la educación, la sanidad o las consultas a profesionales de todo tipo. Igualmente,
dichos servicios de transporte resultan fundamentales para que las mujeres que
sufren violencia de género puedan tener una vía de salida del entorno en el que sufren
este maltrato, así como acceso a servicios y recursos de diverso tipo. Además, una red
ferroviaria descentralizada y accesible representa un instrumento indispensable para
lograr una repoblación juvenil de las zonas vaciadas.
Por otro lado, no podemos olvidar que vivimos en una situación de emergencia climática
en la que el ferrocarril es una pieza clave en la imprescindible descarbonización
del transporte. La apuesta por un errado modelo basado en la carretera y en el
automóvil ha debilitado un sistema ferroviario normal/convencional y electrificado,
que hoy debería jugar un papel central en la lucha climática. Es prioritario centrar
esfuerzos en el trasvase al ferrocarril de mercancías y personas que hoy son
transportadas por carretera. Reivindicamos el ferrocarril como uno de los modos
de transporte más eficientes energéticamente y con menores emisiones; eje de una
movilidad sostenible y multimodal que contribuye tanto a la construcción de ciudades
más habitables como al equilibrio del conjunto del territorio. A estos criterios
deberían responder la planificación y debates sobre transporte y movilidad en todos
los ámbitos, desde el más global a los locales, con actuaciones que contribuyan
responsablemente al enfriamiento del planeta.
Desde las plataformas por el tren y las organizaciones firmantes de este manifiesto,
conscientes de la importancia social, vertebradora y sostenible del transporte
ferroviario, trasladamos una propuesta a la ciudadanía para hacer posible un giro
radical en las políticas de transporte, y así avanzar hacia un modelo sostenible
donde la movilidad a pie, en bicicleta y en tren sean la prioridad, y el resto de
modos sean subsidiarios y complementarios en tanto no reduzcan al mínimo su
agresividad medioambiental
Alianza por el Clima
Rebelión por el Clima
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