El brote de gripe porcina declarado en México y EEUU es muy grave y evoluciona rápidamente. Se trata de un virus animal que se transmite a las personas a través del aire y por contacto bucal con el virus. El foco de la epidemia gravita sobre la industria cárnica. Nadie habla de lo más importante en esta crisis: la aglomeración insana de miles y miles de animales en naves y comederos, chapoteando en sus propios excrementos, alimentados con piensos que contienen desechos de animales y gallinazas procedentes de los excrementos de otras granjas y trasladados de una instalación a otra, con total opacidad para las autoridades sanitarias a quienes se les obstaculizan las inspecciones sin avisar. Estos hacinamientos son la fábrica perfecta de los virus patógenos que, en los cerdos, convertidos en reservorio de virus humanos, mutan y se recombinan. La Organización Mundial de la Salud (OMS), los gobiernos y la prensa consideran que el máximo de garantías que se pueden ofrecer a los ciudadanos está cubierto con la declaración discrecional de los distintos niveles de alerta, cada uno de los cuales supone un determinado protocolo de normas y prohibiciones, la creación de comités, subcomités y coordinaciones entre ellos, así como la detección y el tratamiento de las personas afectadas. Nuestra ministra de Sanidad nos tranquiliza asegurando que el estudiante ingresado en Valencia, evoluciona favorablemente. El riesgo de pandemia es directamente proporcional a la movilidad de personas y mercancías a nivel mundial. Los índices de las bolsas y la caída de turismo y hostelería, publicitan el impacto económico como un “tam tam” que llama a las multinacionales a cerrar filas contra cualquier política que, para proteger la salud de la población, afronte las verdaderas causas del problema. Keiji Fukuda, director adjunto de la OMS, expresa claramente el sometimiento de los poderes políticos a los intereses empresariales: “una pandemia no es inevitable, pero nos tomamos esa posibilidad muy en serio”. La pandemia es evitable, al igual que las muertes por hambre, obesidad, cáncer, accidentes de tráfico y enfermedades laborales. Pero es necesario enfrentarse a las multinacionales y, para ello, la población debe desear hacerlo. Para eso hace falta la izquierda.
Pilar Galindo
Grupo de Estudios de Consumo Responsable Agroecológico (GEA)
Para ver artículo completo: Gripe, cerdos y globalización alimentaria
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