Las olas de calor, los días consecutivos sin precipitación y los riesgos de inundación por lluvias torrenciales son los impactos que más están afectando a la península Ibérica y a otras regiones del mundo como consecuencia del calentamiento global. Impactos de consecuencias devastadoras que acarrean daños sin precedentes, como los vividos durante el reciente y trágico suceso ocasionado por las inundaciones de la DANA en nuestro país. Expresamos toda nuestra solidaridad con las personas que sufren las terribles consecuencias en València, Castilla la Mancha y en todo el planeta.
Tras 28 Cumbres del Clima, llegamos a la COP de Bakú con mucho trabajo por hacer y con las posiciones de los países muy alejadas para avanzar en nuevos compromisos. Todavía estamos lejos de asegurar un escenario climático que limite el incremento medio de las temperaturas a 1.5 ºC y evitar las peores consecuencias de la crisis climática: ahora es el momento de que todos los países del mundo trasladen de manera convincente y ambiciosa los acuerdos alcanzados durante la última COP de Dubái a sus planes nacionales, incluyendo la descarbonización completa para 2040 en los países del norte global.
En esta cumbre, el tema fundamental será la financiación y aquí, de nuevo, el norte global ignora sus responsabilidades históricas. Los países del sur global, que sufren los peores impactos de la crisis ecológica a pesar de ser los menos responsables, necesitan 10 trillones estadounidenses de dólares en las próximas décadas para una transición ecológica justa, pero la Unión Europea esquiva la cifra y la considera desproporcionada. Argumentan, por supuesto, que no hay dinero.
Y sin embargo, hay dinero, y de sobra.
Los recursos económicos existen, ya que los gobiernos de todo el mundo invierten anualmente 7 trillones estadounidenses de dólares en subsidios para los combustibles fósiles, una fuente de energía que nos hace dependientes y poco resilientes, además de ser la principal responsable de la crisis climática.
Al mismo tiempo la riqueza se concentra en muy pocas manos. El 1 % de la población mundial acumula más que el 95 %. Necesitamos un sistema fiscal realmente progresivo, donde quien más tiene y más contamina pague más, incluyendo un impuesto climático especial para los grandes contaminadores y la industria fósil. Frente a los intereses particulares de la minoría, debemos priorizar la vida y la supervivencia del sur global.
Por último, debemos revertir la financiación que actualmente se destina a la militarización en favor de la protección de las personas y el planeta para asegurar una transición pacífica que ponga a las personas en el centro, que asegure y detenga la pérdida de vidas humanas que se está produciendo como consecuencia de las distintas ofensivas militares en lugares como Gaza, Congo o Ucrania. Una transición ecológica justa que, además, nos permita tener ecosistemas sanos, soberanía alimentaria y energética, ciudades habitables, empleos dignos y servicios públicos de calidad.
Hoy, las organizaciones que conformamos el movimiento ecologista y social de España exigimos que nuestro país cumpla con sus compromisos y responsabilidades, y muestre la solidaridad necesaria en este momento decisivo. No tenemos tiempo para otra cumbre fracasada.
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