A cincuenta años del despertar de los cuervos.

A cincuenta años del despertar de los cuervos.

Chile, madrugada del once de Septiembre de 1973, los Infantes de Marina toman posiciones en las calles de Valparaíso, la ciudad está tomada. No eran todavía las ocho cuando el Presidente Salvador Allende llagaba al palacio presidencial, le acompañan su guardia personal, un equipo médico y algunos colaboradores.

 Las primeras llamadas, desconcierto, seguido la confirmación, el conjunto de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile, se han alzado en contra del Gobierno de la Unidad Popular. – “Estamos solos Presidente”­- susurra un miembro del GAP. Radio Agricultura sintoniza marchas militares, a las 8:48 h Radio Democrática da el primer parte de la nueva Junta Militar - … “La Moneda debe ser desalojada, o será atacada por tierra y aire”-. Los tanques y vehículos militares entran en los jardines de la plaza, y se posicionan en el perímetro del palacio presidencial, comienzan los intercambios de disparos con los defensores; Allende, como uno más, empuña su subfusil de asalto que un día le regaló Fidel. Ya no hay marcha atrás, no hay salida, entre disparos, explosiones y gases lacrimógenos, Allende tiene la certeza, él sabe que viene el desastre, el espanto, la persecución y la muerte y sabe también, que él, no piensa renunciar. A las 10:15 h a través de Radio Magallanes, el Presidente trasmite el que será su último discurso. - … “Sepan ustedes que mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas, por donde pase el hombre libre”-. Al mediodía los aviones de la Fuerza Aérea de Chile, bombardean el palacio de La Moneda, el impacto es brutal, más disparos, más explosiones, más gases lacrimógenos. Los militares toman la primera planta y se van abriendo paso. Sobre las dos de la tarde, Allende, sabiendo que todo está perdido, da la orden de dejar las armas y entregarse. – “Bajen todos, yo iré el último”- , en un instante después se escucha un grito desgarrador. – “¡Allende no se rinde, milicos de mierda”¡ Y un disparo, una ráfaga. El mensaje es claro: - “Misión cumplida señor, Moneda tomada, presidente muerto”-. El resto es historia, historia de sangre. Los toques de queda, las quemas de libros en las calles de Santiago, miles de detenciones por todo el país, el Estadio Nacional, los cadáveres flotando en el río Mapocho, el martirio de Víctor Jara, la muerte de Neruda, las torturas, los fusilamientos, las violaciones, los desaparecidos, miles de perseguidos, miles de exiliados, Miguel Enríquez, la calle Santa Fe, Tejas Verdes, la mano de acero de la DINA, el Mamo Contreras, la caravana de la muerte y los zarpazos del puma, más torturas, más violaciones, más desaparecidos, Villa Grimaldi, Londres 38, El cuartel Simón Bolívar, las minas de Lauquen, los degollados, los exterminados, los quemados vivos. Años de una crueldad, de un salvajismo nunca visto en la historia de Chile, y enfrente, un pequeño grupo de familiares que buscaban a sus muertos y desaparecidos, la historia de lucha de la Vicaría de la Solidaridad, la historia de lucha de los que decidieron un día coger las armas contra una de las dictaduras más espantosas de América Latina, la operación Siglo XX, el Cajón del Maipo y el FPMR, la decisión de un pueblo de terminar con la tiranía. Han pasado cincuenta años de ese gran sueño, de aquella gran aventura que acabó hecha pedazos, y que hoy sigue lamiendo sus heridas y esperando una justicia que nunca llegó para miles que quedaron en el camino. Por mi parte, sólo me queda añadir para terminar: 

¡VIVA CHILE, VIVA ALLENDE Y VIVA LA UNIDAD POPULAR!

Á. Serrano Hermo