A Luis Gonzalo Segura, en reconocimiento a su labor
Comenzar por una premisa que parece obligada: estamos aquí en representación de la patria ciudadana, -no la guerrera-, para agradecerte todo el coraje y la determinación de que has hecho gala para, en nuestro nombre, denunciar el abuso y la injusticia que se produce en el ejército del que has sido ignominiosamente apartado. Gracias por tu arrojo sabiendo que te enfrentabas a represalias de todo tipo, físicas y sicológicas, hasta extremos que sólo tú conoces, porque las has sufrido.
Después de leer tus artículos y libros, no nos quedaba duda de la obligación moral que, como conciudadanos tuyos, teníamos para mostrarte nuestro apoyo y sostener con nuestro aliento, aunque no sea más que simbólicamente, la lucha que llevas adelante y en la que nos sentimos partícipes: hacer de España un país más decente y realmente democrático. Un país en el que sus instituciones, en este caso las FFAA, sean ejemplo de servicio al bien común y de defensa de valores compartidos, libre de abusos y de prepotencia, de malversación de dinero público, de derroches para favorecer negocios inconfesables y de recortes en lo que se refiere a preservar unas condiciones mínimas de seguridad y dignidad en el desempeño de sus funciones militares.
Sin duda en el nuevo país que intentamos construir, deberemos reflexionar acerca de cuál debe ser el lugar y la función encomendados a las Fuerzas Armadas. No dudamos de la necesidad imprescindible de un funcionamiento interno democrático, y de respeto a la voluntad popular; a eso que algunos proclaman ahora: la soberanía del pueblo. Necesitamos un ejército democrático para defender la democracia y muchos han sido los que entre silencios e incomprensiones lucharon y lo siguen haciendo, porque así sea; me estoy acordando de los militares de la UMD, ¿dónde está el reconocimiento público que merecen?
Desde Segovia, ciudad de larga tradición militar, proclamamos que un ejército nacional nunca puede volverse contra su propio pueblo, ni amenazar con el uso de la fuerza a aquellos que desean ejercer sus derechos democráticos.
¡Para eso sí sabemos que no debe estar el ejército!
Los claveles en los cañones de los fusiles, en la revolución portuguesa de 1974, deberían de ser un ejemplo de cómo el pueblo elije junto su destino y pone las armas al servicio de un anhelo común de justicia y libertad.
Desde el horizonte de una utopía buscada, nos es lícito soñar con un mundo libre de guerras fraternas y del negocio de armas que las alimenta, libre también de fronteras, donde nadie pueda sentirse ilegal, ni jugarse la vida por huir, paradójicamente, de la muerte o la pobreza extrema.
En ese horizonte cofraterno, sin duda, no será necesario el ejército, pero mientras tanto: gracias una y mil veces por tu trabajo y tus desvelos.
Seguiremos juntos, y siempre podrás contar con nuestra fraternidad más sincera.
En Segovia, 23 de enero de 2016
Escrito leido en el homenaje a Luis Gonzalo Segura este sábado 23 en un restaurante de Madrid.
El colectivo de militares republicanos homenajea al ex teniente Segura
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