El sábado 29 de septiembre se celebró en San Quirce la tercera sesión del XIX Encuentro de Escritores y Escritoras, organizado por el Foro Social de Segovia. Abrió el acto Ángel Luis Fernanz reivindicando la necesidad de una literatura alternativa a la que promocionan de forma ostensible las grandes empresas editoriales, destinada fundamentalmente al consumo.
Raquel Casas presentó a los tres escritores participantes. Comentó diferencias y similitudes, desde la plasmación de un mundo hostil hasta la búsqueda de la belleza en la intimidad poética. Destacó la actividad solidaria de Enrique Falcón en las cárceles, la formación musical de Iris Amenara y el testimonio periodístico de Jacobo Rivero en distintas partes del mundo.
Iris Almenara habló de la poesía y música como expresión complementaria desde los clásicos griegos. Alternando el canto con la recitación, sus versos evolucionan desde los juegos de palabras iniciales hasta los temas candentes del feminismo y los presos políticos. Los seres humanos se convierten en el referente partiendo de frases de choque como “El hambre alumbra al hombre” o “Dios es negra”, que leyó en un grafiti. Finalmente, recitó poemas íntimos con referencias autobiográficas y reflexiones contra la crueldad de la historia.
Jacobo Rivero presentó su obra como un reflejo de su propia vida. Su literatura nace de la actividad periodística y su experiencia como jugador de baloncesto; dos actividades a través de las que conectó con gentes acosadas en la angustia de las cárceles de la dictadura argentina, la ciudad palestina de Hebrón, la de Sarajevo asediada en las guerras de Yugoslavia, y, finalmente, Nueva Orleans, atrapada entre su climatología violenta y su pasado esclavista, pero llena de música y alegría.
Los tres poetas presentan la literatura convertida en un compromiso ético con la sociedad y, a la vez, una forma de transmitir esperanza. En el debate final, una pregunta del público sobre si no estaban cabreados con el mundo recibió una respuesta muy significativa: “No, el mundo es maravilloso; si acaso, debemos cabrearnos con quienes lo manejan”.
Jacobo Rivero presentó su obra como un reflejo de su propia vida. Su literatura nace de la actividad periodística y su experiencia como jugador de baloncesto; dos actividades a través de las que conectó con gentes acosadas en la angustia de las cárceles de la dictadura argentina, la ciudad palestina de Hebrón, la de Sarajevo asediada en las guerras de Yugoslavia, y, finalmente, Nueva Orleans, atrapada entre su climatología violenta y su pasado esclavista, pero llena de música y alegría.
Los tres poetas presentan la literatura convertida en un compromiso ético con la sociedad y, a la vez, una forma de transmitir esperanza. En el debate final, una pregunta del público sobre si no estaban cabreados con el mundo recibió una respuesta muy significativa: “No, el mundo es maravilloso; si acaso, debemos cabrearnos con quienes lo manejan”.
Foto de Iris Almenara con Yeyo
Jacobo Rivero,Iris Almenara y Enrique Falcon
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