Al final de esta entrada se puede oir el audio de la charla.
Inauguradas las Jornadas "Otro mundo es necesario, otro mundo es posible" 2015 organizadas por el Foro Social de Segovia dia 7 Marzo en la Academia de Historia y Arte de San Quircea a las 19;30 con Mahmud Traoré con la conferencia “El sueño europeo de la emigración africana” y coautor del libro "Partir para contar" .
Angel Luis Fernandez en nombre del Foro Social de Segovia ha presentado las Jornadas para expresar; que migrar es un derecho humano básico y que los migrantes están amparados por todos los textos legales que salvaguardan los derechos y libertades fundamentales y el alto tratado internacional, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por Naciones Unidas en diciembre de 1948, establece en su artículo 1 que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
La intervención de Mahmud Traoré la dedicó a relatar los más de tres años de su juventud que dedico para llegar a Europa, en un viaje que le llevó a través del Sahel, el Sáhara, Libia y el Magreb. El final de esta odisea moderna llegó el 29 de septiembre de 2005, cuando participó en el asalto colectivo a la frontera de Ceuta, un hecho que tuvo una gran repercusión en su momento. Aunque su viaje no terminó ahí.
La verdad es que yo no quiero cerrar la puerta a nadie, pero sí que sepan lo que hay en ese viaje. Que vayan preparados para lo que puede ocurrir. ¿Por qué? Porque la gente sólo ve la última etapa del viaje, la de las vallas y no saben nada de lo que hay detrás, su relato de esta aventura pone al desnudo la realidad de la vida errante de un migrante clandestino, una vida marcada por apaños, esperas, extorsiones y brutalidades, pero también por la ayuda mutua y la valentía, desvela el funcionamiento de los centros de internamiento, los guetos y otros campamentos improvisados en los que los migrantes reinventan una organización social a la vez precaria y llena de contradicciones.
Mahmud se detiene un segundo y piensa cuáles fueron las etapas más penosas de esta travesía, de Dakar a Ceuta, pasando por una decena de países: El desierto. No se habla. Ves cadáveres de todos aquellos que lo intentaron. Es tan duro que nadie se imagina volver a cruzarlo. Ya sólo queda seguir adelante", dice. Durísimo fue también su paso por Libia, donde estuvo un año vivaqueando "en el país más racista del mundo"; y por último, el bosque, el de Gurugú, que linda con la frontera de Melilla, y el de Beliones, al lado de Ceuta. "Llevábamos un año allí, en las montañas; la Policía marroquí destrozaba el campamento casi a diario, quemaba las mantas y para pedir comida por los pueblos marroquíes teníamos que ir de madrugada", recuerda sobre su etapa en el bosque donde los chairmans son las referencias de las comunidades, segregadas por nacionalidades. Yo quería ir de independiente, pero es imposible sobrevivir fuera del gueto. O con ellos o mueres. Pero yo a eso no le llamo mafia.
Tras tres intentos frustrados de cruzar la alambrada -y otras tantas devoluciones al desierto a su suerte-, llegó el día del salto. No tenía una sola moneda. "Sabíamos que nos la jugábamos y que habría muerte", rememora. Mahmud tuvo suerte, saltó, sólo se desgarró el tobillo y entró en el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) de Ceuta. "Después de los días de vida a la intemperie, sufriendo por los caminos y los bosques, viviendo de la nada... Me encuentro aseado, alojado pero privado de libertad.
De repente un día le eligen junto a otros 11 "afortunados" para abandonar el CETI y liberar espacio para nuevos inmigrantes. Es 22 de febrero de 2003. Con un salvoconducto que sólo le da derecho de permanencia por unos meses, tomará un barco a Algeciras y luego un autobús hasta Sevilla. Su sueño europeo sólo ha empezado a rodar.
Han pasado más de 11 años. ¿Si he cumplido mi sueño? He llegado. Trabajo de carpintero, me formé en Córdoba. Estoy aquí. No voy a elegir otra aventura más. Cuando salí, a los 19 años, pensé que ganaría un millón de dólares. El sueño era ganar dinero... Y ya ves, no lo tengo, pero tengo amigos y me he abierto un hueco.
Partir para contar es la mejor guía de este incierto viaje. Hasta ahora ningún libro había retratado con tanta precisión la realidad subterránea que viven los clandestinos, sin estigmatizar ni idealizar a estos hombres y mujeres que han tenido la flaqueza de creer en la libertad de circulación.
Después de la intervención de Mahmud se dio paso a un apasionado debate entre el publico presente.
Prensa: Un testimonio sobre la inmigración abre las Jornadas del Foro Social de Segovia
La verdad es que yo no quiero cerrar la puerta a nadie, pero sí que sepan lo que hay en ese viaje. Que vayan preparados para lo que puede ocurrir. ¿Por qué? Porque la gente sólo ve la última etapa del viaje, la de las vallas y no saben nada de lo que hay detrás, su relato de esta aventura pone al desnudo la realidad de la vida errante de un migrante clandestino, una vida marcada por apaños, esperas, extorsiones y brutalidades, pero también por la ayuda mutua y la valentía, desvela el funcionamiento de los centros de internamiento, los guetos y otros campamentos improvisados en los que los migrantes reinventan una organización social a la vez precaria y llena de contradicciones.
Mahmud se detiene un segundo y piensa cuáles fueron las etapas más penosas de esta travesía, de Dakar a Ceuta, pasando por una decena de países: El desierto. No se habla. Ves cadáveres de todos aquellos que lo intentaron. Es tan duro que nadie se imagina volver a cruzarlo. Ya sólo queda seguir adelante", dice. Durísimo fue también su paso por Libia, donde estuvo un año vivaqueando "en el país más racista del mundo"; y por último, el bosque, el de Gurugú, que linda con la frontera de Melilla, y el de Beliones, al lado de Ceuta. "Llevábamos un año allí, en las montañas; la Policía marroquí destrozaba el campamento casi a diario, quemaba las mantas y para pedir comida por los pueblos marroquíes teníamos que ir de madrugada", recuerda sobre su etapa en el bosque donde los chairmans son las referencias de las comunidades, segregadas por nacionalidades. Yo quería ir de independiente, pero es imposible sobrevivir fuera del gueto. O con ellos o mueres. Pero yo a eso no le llamo mafia.
Tras tres intentos frustrados de cruzar la alambrada -y otras tantas devoluciones al desierto a su suerte-, llegó el día del salto. No tenía una sola moneda. "Sabíamos que nos la jugábamos y que habría muerte", rememora. Mahmud tuvo suerte, saltó, sólo se desgarró el tobillo y entró en el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) de Ceuta. "Después de los días de vida a la intemperie, sufriendo por los caminos y los bosques, viviendo de la nada... Me encuentro aseado, alojado pero privado de libertad.
De repente un día le eligen junto a otros 11 "afortunados" para abandonar el CETI y liberar espacio para nuevos inmigrantes. Es 22 de febrero de 2003. Con un salvoconducto que sólo le da derecho de permanencia por unos meses, tomará un barco a Algeciras y luego un autobús hasta Sevilla. Su sueño europeo sólo ha empezado a rodar.
Han pasado más de 11 años. ¿Si he cumplido mi sueño? He llegado. Trabajo de carpintero, me formé en Córdoba. Estoy aquí. No voy a elegir otra aventura más. Cuando salí, a los 19 años, pensé que ganaría un millón de dólares. El sueño era ganar dinero... Y ya ves, no lo tengo, pero tengo amigos y me he abierto un hueco.
Partir para contar es la mejor guía de este incierto viaje. Hasta ahora ningún libro había retratado con tanta precisión la realidad subterránea que viven los clandestinos, sin estigmatizar ni idealizar a estos hombres y mujeres que han tenido la flaqueza de creer en la libertad de circulación.
Después de la intervención de Mahmud se dio paso a un apasionado debate entre el publico presente.
Prensa: Un testimonio sobre la inmigración abre las Jornadas del Foro Social de Segovia
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