Que las vidas de todos no valen lo mismo deja de ser una frase hecha cuando ocurren tragedias como las sucedidas en el Mediterráneo en los últimos días: 400 ahogados el 13 de abril y menos de una semana después el mar se ha tragado a otras 700 o 1000 personas inmigrantes, un adjetivo que los devalúa de tan mercadeado. Han muerto ahogados a las puertas de Europa huyendo de situaciones que a cualquier europeo se nos harían insoportables: hambre, persecución, guerra, destierro.
¿Muertos o asesinados? Proponemos la disyuntiva, porque asumir los riesgos que tienen en muchísimas ocasiones el corolario de la muerte, no es algo que se haga porque sí.
Los europeos somos bastante reacios a asumir responsabilidades en estos hechos, mucho menos aceptar ningún tipo de culpabilidad. Pero convendría que nos preguntáramos por qué atravesar el Mediterráneo pone a algunos en riesgo de perder la vida, la suya y la de sus hijos (decenas de niños viajaban en las barcazas) La respuesta debería ser obvia para cualquiera que tuviera ojos en la cara y un mínimo de luces: las barreras puestas por la Europa-fortaleza para blindar sus fronteras hace que los viajes tengan que asumir más riesgos y se lleven a cabo en unas circunstancias cada vez más extremas. Las embarcaciones, el hacinamiento, la búsqueda de rutas que esquiven la vigilancia fronteriza y el negocio que supone la emigración para los que de ella se aprovechan, son la mecha necesaria para este polvorín humanitario.
¡Miremos de frente al mal! esta es una de sus manifestaciones más ostentosas; sí existe la maldad, tiene víctimas y tiene verdugos.
Los europeos somos bastante reacios a asumir responsabilidades en estos hechos, mucho menos aceptar ningún tipo de culpabilidad. Pero convendría que nos preguntáramos por qué atravesar el Mediterráneo pone a algunos en riesgo de perder la vida, la suya y la de sus hijos (decenas de niños viajaban en las barcazas) La respuesta debería ser obvia para cualquiera que tuviera ojos en la cara y un mínimo de luces: las barreras puestas por la Europa-fortaleza para blindar sus fronteras hace que los viajes tengan que asumir más riesgos y se lleven a cabo en unas circunstancias cada vez más extremas. Las embarcaciones, el hacinamiento, la búsqueda de rutas que esquiven la vigilancia fronteriza y el negocio que supone la emigración para los que de ella se aprovechan, son la mecha necesaria para este polvorín humanitario.
¡Miremos de frente al mal! esta es una de sus manifestaciones más ostentosas; sí existe la maldad, tiene víctimas y tiene verdugos.
¿Tiene conciencia un dirigente europeo que chalanea en declaraciones grandilocuentes sobre la gravedad de lo acontecido y luego es incapaz de movilizar las políticas que reviertan esta dolorosa realidad?
¡Basta ya de palabrería!
El cinismo de quienes se dan golpes de pecho verbales y luego recortan la ayuda al desarrollo hasta convertirla en puras migajas, a la vez que expolian al continente africano de todo lo que les puede ser útil, dejando a la población sin más salida que la emigración o la muerte; o las reuniones de dirigentes europeos para buscar paliativos a tanta muerte, cuando no tuvieron remilgos en incendiar Libia con una guerra innecesaria y criminal.
¡Basta ya de palabrería!
El cinismo de quienes se dan golpes de pecho verbales y luego recortan la ayuda al desarrollo hasta convertirla en puras migajas, a la vez que expolian al continente africano de todo lo que les puede ser útil, dejando a la población sin más salida que la emigración o la muerte; o las reuniones de dirigentes europeos para buscar paliativos a tanta muerte, cuando no tuvieron remilgos en incendiar Libia con una guerra innecesaria y criminal.
Declarar ilegales a las personas que se buscan la vida y permitir al mismo tiempo que los capitales se muevan impunemente, transfiriendo las riquezas de esos mismos países de emigración para engrosar las cuentas de empresas y bancos en paraísos fiscales, es una infamia que recordarán los siglos.
Todo esto tiene un nombre y se llama MENTIRA.
Los ciudadanos no podemos asistir impasibles al espectáculo, porque desgraciadamente los políticos hablan en nuestro nombre. Sí, estas vidas clamorosamente asesinadas en el mar son sólo la punta de un iceberg mayor: la xenofobia rampante en la Europa de los privilegios, que ve en los inmigrantes unos competidores indeseables, o incluso la quintacolumna de una invasión lenta que abriría las puertas de nuestro continente al temido Islam (muchos han apostado por este enfrentamiento de civilizaciones y los grandes medios de comunicación no pierden ocasión de incitarlo)
Aceptábamos oleadas de inmigrantes, los tolerábamos pese a su ilegalidad o mejor aprovechándonos de esa condición para hacerlos trabajar con sueldos de miseria, sin protección legal alguna ¿No nos acordamos de cuántos negocios florecieron en este país gracias a ellos? desde el ladrillo a los mares de plástico en tierras andaluzas…Pero ahora ya no los necesitamos, nos sobran.
Miremos el panorama completo: no sólo la tragedia del hundimiento en el mar de tantas vidas. Al mismo tiempo, desgraciadamente, también en esas profundidades se hunde una supuesta idea humanista y universalista de la civilización europea.
El Mediterráneo que en otros tiempos fue un mar que comunicaba orillas, por el que transitaban pensamientos, utopías emancipatorias, invenciones, lenguas, obras de arte y multitudes de diferentes orígenes y creencias, es hoy un mar infame, un símbolo de una humanidad que parece haber perdido el rumbo.
Foro Social de Segovia Segovia 22 de abril de 2015
Todo esto tiene un nombre y se llama MENTIRA.
Los ciudadanos no podemos asistir impasibles al espectáculo, porque desgraciadamente los políticos hablan en nuestro nombre. Sí, estas vidas clamorosamente asesinadas en el mar son sólo la punta de un iceberg mayor: la xenofobia rampante en la Europa de los privilegios, que ve en los inmigrantes unos competidores indeseables, o incluso la quintacolumna de una invasión lenta que abriría las puertas de nuestro continente al temido Islam (muchos han apostado por este enfrentamiento de civilizaciones y los grandes medios de comunicación no pierden ocasión de incitarlo)
Aceptábamos oleadas de inmigrantes, los tolerábamos pese a su ilegalidad o mejor aprovechándonos de esa condición para hacerlos trabajar con sueldos de miseria, sin protección legal alguna ¿No nos acordamos de cuántos negocios florecieron en este país gracias a ellos? desde el ladrillo a los mares de plástico en tierras andaluzas…Pero ahora ya no los necesitamos, nos sobran.
Miremos el panorama completo: no sólo la tragedia del hundimiento en el mar de tantas vidas. Al mismo tiempo, desgraciadamente, también en esas profundidades se hunde una supuesta idea humanista y universalista de la civilización europea.
El Mediterráneo que en otros tiempos fue un mar que comunicaba orillas, por el que transitaban pensamientos, utopías emancipatorias, invenciones, lenguas, obras de arte y multitudes de diferentes orígenes y creencias, es hoy un mar infame, un símbolo de una humanidad que parece haber perdido el rumbo.
Foro Social de Segovia Segovia 22 de abril de 2015
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