El próximo viernes 27 de enero a las 11,30 horas, tenemos la próxima concentracion de Viernes Negro; será en la C/Real, frente al S.T. de Fomento y con ella queremos continuar las acciones de nuestro Colectivo en este año.
¡¡ Continuamos en la defensa de los Servicios públicos de calidad para todxs!!
...... Porque no queremos parar, sino seguir con nuestra defensa de "lo público"
y contra "la corrupción"; después de cuatro años de "Concentraciones"
......Hasta el viernes, un saludo para tod@s.
....Cuanto más callamos los ciudadan@s, más insolentes se vuelven "los gobernantes corruptos".
Defendemos unos Servicios Públicos de Calidad (Educación, Sanidad, Justicia, Administración)
Porque es la única garantía de Servir Eficazmente y Sin Privilegios a Tod@s los Ciudadan@s..
y contra "la corrupción"; después de cuatro años de "Concentraciones"
......Hasta el viernes, un saludo para tod@s.
....Cuanto más callamos los ciudadan@s, más insolentes se vuelven "los gobernantes corruptos".
Defendemos unos Servicios Públicos de Calidad (Educación, Sanidad, Justicia, Administración)
Porque es la única garantía de Servir Eficazmente y Sin Privilegios a Tod@s los Ciudadan@s..
Manifiesto: PERSONAS REFUGIADAS: HUMILLACIÓN, INDIGNIDAD Y ASESINATO
Resulta difícil, extremadamente difícil, expresar siquiera mínimamente la realidad de cientos de miles, de millones de personas desplazadas de su hogar, de sus tierras, de sus propios países para vagar, malvivir, ser humilladas, vejadas, muertas o asesinadas por razones injustificables, inexplicables y absolutamente despreciables.
Buscamos razones para intentar comprender, suponemos motivos que nos acerquen a la fuente, a la raíz del suceso, necesitamos saber cuáles son las claves para tanta aberración. Y con todo ese bagaje intentamos comprender y asimilar una realidad que nos desborda tanto por su magnitud como por su crueldad.
Una realidad, despreciable realidad, que nos impulsa hasta la extenuación a una llamada de honda humanidad, a una voz de desgarrada solidaridad, a un grito de infinito dolor.
Así, de esta despreciable realidad, de semejante ignominia no sólo para las personas refugiadas sino para la propia condición humana sólo puede, sólo debe puede desprenderse una emoción, una única emoción: la de nuestra conciencia consternada, la de nuestra conciencia abatida por tanta maldad, por tanto absurdo y sinrazón.
Y de tan brutal impacto debemos, necesitamos extraer las obligadas conclusiones para que esta terrible pesadilla desaparezca de nuestras atribuladas vidas, hasta llegar al principio de lo que nunca ha sido aunque siempre debió ser: EL DERECHO A LA VIDA DIGNA, EL DERECHO A LA LIBERTAD, EL DERECHO A LA PAZ.
Porque volver a la raíz de esta incalificable lacra es hacer memoria de los antecedentes, es analizar las causas de la tragedia, es reflexionar sobre el modo de actuar, es, en definitiva, tomar las decisiones necesarias y obligadas para erradicar de nuestras vidas y de este desgraciado mundo toda esa ristra de agentes patógenos que cada día nos matan y asesinan.
Gobernantes déspotas, dictadores sin más; gobernantes que se dicen democráticos, traficantes de armas sin escrúpulos, una industria como la militar que inunda a diario este infecto mundo de más muerte, más miseria y más opresión, religiones que además de serlo se empeñan en parecerlo envueltas en su halo de cinismo e hipocresía. Todos ellos han compuesto el necesario escuadrón de la muerte para llegar a donde hemos llegado: a la podredumbre moral, a la miseria material y a la muerte física, sin entender por momentos lo que pasa o creyendo que lo que ocurre no es problema nuestro; craso error.
El problema es tan nuestro como que somos responsables, incluso cómplices, de semejante lacra. El problema es tan nuestro como que nuestros gobernantes, los de aquí o los de otros lugares, esos que han sido elegidos por el pueblo, son partícipes o consentidores de lo que ocurre, y cómplices directos en muchos casos de indeseables que se lucran o se benefician con esta barbarie; con el sufrimiento, la miseria y la muerte de sus semejantes.
Gobernantes que representan a Estados que a su vez representan a toda la ciudadanía, haciéndola a su vez cómplice de sus tropelías y rehén permanente de su alocada y estúpida espiral. Una espiral de permanente armamentismo asesino, de opresiva geopolítica de poder, de oscuros e infames intereses de unos países por el control e influencia en otros, de inconfesables beneficios para sinvergüenzas de todo pelaje, insaciables con la miseria y la muerte. Un círculo vicioso en el que queramos reconocerlo o no estamos como presas cuando no como víctimas. Porque aunque no pasemos miserias y peligros, aunque no muramos de hambre o de frío los telediarios, la prensa o internet no nos pueden salvar de una muerte silenciosa e igual de cruel: la de nuestra conciencia, la de nuestra condición de seres humanos, de la misma forma que no nos salvarán de la basura de la extrema derecha que pretende culparles de los pecados de otros, ignorando sus penuria, despreciando sus vidas, intentando convertir a las víctimas en verdugos, después de haberlas marginado como apestados o invasores. Miserable, estúpido y despreciable.
Lo cierto, lo humillante y terriblemente cierto, es que millones de personas en el mundo han sido desplazadas, vagan, sufren, son humilladas, son vejadas y agredidas, poniendo rostro, voz y horror a una tragedia de dimensiones dantescas, que además de insoportables nos identifica.
Porque su realidad es nuestra realidad, con el debido respeto a su aberrante situación, porque las causas que les han condenado a esta situación son las mismas que a nosotros y a nosotras nos han llevado a una realidad de precariedad, represión, miseria y marginación: Estados, Gobiernos, poderes económicos y mediáticos, religiones, traficantes de armas, la industria militar, … conforman un complejo tan inhumano como asesino que a las personas refugiadas cada día las asesina un poco más y al resto nos mata lentamente.
No nos engañemos; nosotras y nosotros no queremos engañarnos desde luego. Y porque lo sabemos, y porque lo creemos lo decimos sin cortapisas ni “paños calientes”: la tragedia de las personas refugiadas es el reflejo de un espejo en el que nos miramos todos los días y que proyecta las sombras, los fantasmas y las pesadillas que nos atenazan y esclavizan: la opresión, la violación de derechos humanos, la represión, la desigualdad, la injusticia, el armamentismo, la guerra…l , sin darnos cuenta de que ese círculo vicioso es el mundo al que nos han condenado a vivir tanto a las personas refugiadas como a los demás, convirtiéndonos en convidados de piedra de un estúpido y miserable juego que consiste en ver quién la tiene más larga. .
Desde el Colectivo VIERNES NEGRO-EN DEFENSA DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS no tenemos la menor duda sobre esta infame realidad, así como de la necesidad de actuar. En ello nos va nuestra conciencia, nuestra dignidad y nuestras vidas: las de las personas refugiadas y las nuestras.
Porque al igual que el concepto de Servicio Público el Mundo es un Patrimonio Común de todos y de todas, porque el Derecho a la Vida es un principio Universal, porque las Relaciones Humanas deben ser guiadas por la Solidaridad entre iguales y porque el carácter Social de la Condición Humana es y debe ser un Valor Permanente.
VIVAN LAS PERSONAS REFUGIADAS, MUERAN SUS VERDUGOS Y SUS CÓMPLICES, Y VIVAN LOS SERVICIOS PÚBLICOS UNIVERSALES, SOCIALES Y DE CALIDAD
Segovia, enero de 2017
Resulta difícil, extremadamente difícil, expresar siquiera mínimamente la realidad de cientos de miles, de millones de personas desplazadas de su hogar, de sus tierras, de sus propios países para vagar, malvivir, ser humilladas, vejadas, muertas o asesinadas por razones injustificables, inexplicables y absolutamente despreciables.
Buscamos razones para intentar comprender, suponemos motivos que nos acerquen a la fuente, a la raíz del suceso, necesitamos saber cuáles son las claves para tanta aberración. Y con todo ese bagaje intentamos comprender y asimilar una realidad que nos desborda tanto por su magnitud como por su crueldad.
Una realidad, despreciable realidad, que nos impulsa hasta la extenuación a una llamada de honda humanidad, a una voz de desgarrada solidaridad, a un grito de infinito dolor.
Así, de esta despreciable realidad, de semejante ignominia no sólo para las personas refugiadas sino para la propia condición humana sólo puede, sólo debe puede desprenderse una emoción, una única emoción: la de nuestra conciencia consternada, la de nuestra conciencia abatida por tanta maldad, por tanto absurdo y sinrazón.
Y de tan brutal impacto debemos, necesitamos extraer las obligadas conclusiones para que esta terrible pesadilla desaparezca de nuestras atribuladas vidas, hasta llegar al principio de lo que nunca ha sido aunque siempre debió ser: EL DERECHO A LA VIDA DIGNA, EL DERECHO A LA LIBERTAD, EL DERECHO A LA PAZ.
Porque volver a la raíz de esta incalificable lacra es hacer memoria de los antecedentes, es analizar las causas de la tragedia, es reflexionar sobre el modo de actuar, es, en definitiva, tomar las decisiones necesarias y obligadas para erradicar de nuestras vidas y de este desgraciado mundo toda esa ristra de agentes patógenos que cada día nos matan y asesinan.
Gobernantes déspotas, dictadores sin más; gobernantes que se dicen democráticos, traficantes de armas sin escrúpulos, una industria como la militar que inunda a diario este infecto mundo de más muerte, más miseria y más opresión, religiones que además de serlo se empeñan en parecerlo envueltas en su halo de cinismo e hipocresía. Todos ellos han compuesto el necesario escuadrón de la muerte para llegar a donde hemos llegado: a la podredumbre moral, a la miseria material y a la muerte física, sin entender por momentos lo que pasa o creyendo que lo que ocurre no es problema nuestro; craso error.
El problema es tan nuestro como que somos responsables, incluso cómplices, de semejante lacra. El problema es tan nuestro como que nuestros gobernantes, los de aquí o los de otros lugares, esos que han sido elegidos por el pueblo, son partícipes o consentidores de lo que ocurre, y cómplices directos en muchos casos de indeseables que se lucran o se benefician con esta barbarie; con el sufrimiento, la miseria y la muerte de sus semejantes.
Gobernantes que representan a Estados que a su vez representan a toda la ciudadanía, haciéndola a su vez cómplice de sus tropelías y rehén permanente de su alocada y estúpida espiral. Una espiral de permanente armamentismo asesino, de opresiva geopolítica de poder, de oscuros e infames intereses de unos países por el control e influencia en otros, de inconfesables beneficios para sinvergüenzas de todo pelaje, insaciables con la miseria y la muerte. Un círculo vicioso en el que queramos reconocerlo o no estamos como presas cuando no como víctimas. Porque aunque no pasemos miserias y peligros, aunque no muramos de hambre o de frío los telediarios, la prensa o internet no nos pueden salvar de una muerte silenciosa e igual de cruel: la de nuestra conciencia, la de nuestra condición de seres humanos, de la misma forma que no nos salvarán de la basura de la extrema derecha que pretende culparles de los pecados de otros, ignorando sus penuria, despreciando sus vidas, intentando convertir a las víctimas en verdugos, después de haberlas marginado como apestados o invasores. Miserable, estúpido y despreciable.
Lo cierto, lo humillante y terriblemente cierto, es que millones de personas en el mundo han sido desplazadas, vagan, sufren, son humilladas, son vejadas y agredidas, poniendo rostro, voz y horror a una tragedia de dimensiones dantescas, que además de insoportables nos identifica.
Porque su realidad es nuestra realidad, con el debido respeto a su aberrante situación, porque las causas que les han condenado a esta situación son las mismas que a nosotros y a nosotras nos han llevado a una realidad de precariedad, represión, miseria y marginación: Estados, Gobiernos, poderes económicos y mediáticos, religiones, traficantes de armas, la industria militar, … conforman un complejo tan inhumano como asesino que a las personas refugiadas cada día las asesina un poco más y al resto nos mata lentamente.
No nos engañemos; nosotras y nosotros no queremos engañarnos desde luego. Y porque lo sabemos, y porque lo creemos lo decimos sin cortapisas ni “paños calientes”: la tragedia de las personas refugiadas es el reflejo de un espejo en el que nos miramos todos los días y que proyecta las sombras, los fantasmas y las pesadillas que nos atenazan y esclavizan: la opresión, la violación de derechos humanos, la represión, la desigualdad, la injusticia, el armamentismo, la guerra…l , sin darnos cuenta de que ese círculo vicioso es el mundo al que nos han condenado a vivir tanto a las personas refugiadas como a los demás, convirtiéndonos en convidados de piedra de un estúpido y miserable juego que consiste en ver quién la tiene más larga. .
Desde el Colectivo VIERNES NEGRO-EN DEFENSA DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS no tenemos la menor duda sobre esta infame realidad, así como de la necesidad de actuar. En ello nos va nuestra conciencia, nuestra dignidad y nuestras vidas: las de las personas refugiadas y las nuestras.
Porque al igual que el concepto de Servicio Público el Mundo es un Patrimonio Común de todos y de todas, porque el Derecho a la Vida es un principio Universal, porque las Relaciones Humanas deben ser guiadas por la Solidaridad entre iguales y porque el carácter Social de la Condición Humana es y debe ser un Valor Permanente.
VIVAN LAS PERSONAS REFUGIADAS, MUERAN SUS VERDUGOS Y SUS CÓMPLICES, Y VIVAN LOS SERVICIOS PÚBLICOS UNIVERSALES, SOCIALES Y DE CALIDAD
Segovia, enero de 2017
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