Bajo el lema “Allá va la Republicana, ondeando libertad”, la tarde del 12 de abril, las calles segovianas acogieron la manifestación republicana que partió de la Plaza del Azoguejo tras una pancarta en la que se leía: “Sin República no habrá cambio”.
Los manifestantes recorrieron la Calle Real, con una parada frente a
la Casa de la Lectura, junto al monolito “En memoria de los republicanos
represaliados por defender la república y la libertad”, donde tuvo lugar la
tradicional ofrenda floral que fue acogida con una ovación de los participantes
en la marcha.
La manifestación continuó su marcha lanzando
consignas tales como “No hay dos sin tres, república otra vez”, “España mañana
será republicana” y otras más, alternando con canciones republicanas y otras
que se referían a la libertad. Así se llegó a la Plaza Mayor, donde se dio
lectura a un manifiesto.
La convocatoria de la manifestación fue plural, aglutinando a Izquierda Unida, Juventudes Socialistas, Partido Comunista de España, Colectivo Republicano Antonio Machado, Partido Comunista de España (Marxistaleninista), Asamblea Popular Republicana, Segoentiende y Podemos
Comunicado de la Asamblea Popular Republicana de Segovia abril 2005
¡Trabajo y salarios dignos, vivienda y paz!
Cada día, cada hora, la gente que nos ganamos la vida con el sudor de nuestra frente producimos cantidades inmensas de riqueza en forma de bienes, servicios y dinero contante, y sin embargo somos los que nos asfixiamos en la desesperación por llegar a fin de mes o en la pobreza.
Con los sueldos que tenemos y el precio de la vivienda, el acceso a ella se ha vuelto casi imposible porque los sucesivos gobiernos centrales y administraciones la han convertido en una mercancía en manos de especuladores, cuando debería ser un bien social disponible para todos. A pesar de la prorroga parlamentaria de la suspensión de los desahucios (no para todos), el pasado año superaron los 27.550.
Tenemos un paro (oficial) del 12 %, el doble del de la Unión Europea (6 %), que en el caso de los menores de 25 años llega al 28 % y en nuestros jóvenes de 16 a 19 años alcanza el 42 %. ¡¿Qué proyecto de vida pueden forjarse así?! El Estado, con los recursos que tiene, puede perfectamente crear cientos de miles de puestos de trabajo con el desarrollo de un potente tejido industrial, de los servicios públicos (sanidad, educación,…), etc. Pero no lo hace. No tiene esa voluntad porque quiere dejarlo todo en manos de la iniciativa privada, para que se sigan enriqueciendo los millonarios de siempre. Y los que tienen trabajo, éste es cada vez más precario, peores son las condiciones laborales y, por tanto, de vida, y los salarios están muy por debajo del coste de la vida. La inflación acumulada en los últimos años (debida en buena medida al aumento de los márgenes de los beneficios empresariales) nos lleva a millones de familias a tener dificultades para llegar a fin de mes y a millones más a entrar en las bolsas de pobreza y exclusión social. Uno de cada tres pobres tiene empleo remunerado.
Para engordar los bolsillos de esos ricachones desmantelan y ponen a la venta los servicios públicos y el sistema de pensiones. ¿Quiénes? No solo los gobiernos autonómicos del PP, también el central de coalición que mantiene la Ley General de Sanidad, la Ley 15/97 y el sistema de conciertos educativos, que es la legislación que permite las privatizaciones autonómicas. La sanidad pública está peor que nunca en este casi medio siglo de “democracia”. Lo mismo pasa con la educación pública. Y nunca mejor salud tuvieron la sanidad y educación privadas (y concertada).
Vaciaron nuestra hucha de las pensiones y ningún gobierno ha querido hacer una auditoría como exige el movimiento pensionista para dirimir responsabilidades. El Pacto de Toledo, aprobado por todos los grupos parlamentarios, abre la puerta a la privatización: en los últimos años hemos visto cómo se aprobaban leyes (algunas con el vergonzoso apoyo de todo el arco parlamentario) que promueven su privatización. La última reforma, con el beneplácito de los vendidos dirigentes sindicales, convierte este derecho colectivo, universal, en individual y lleva la edad de jubilación hasta los 72 años, a lo que se tendrían que acoger muchos trabajadores si quieren tener la jubilación completa.
A todo esto se suma la guerra en la que nos quieren meter, que va a complicar mucho más todos los problemas anteriores. El discurso guerrerista del gobierno y de la UE es ya atronador, su carrera armamentística y rearme están lanzados: con el beneplácito de todos los gobiernos, la UE se va a gastar 800.000 millones de euros en armamento. ¡¿Por qué todo este dinero no lo gastan en viviendas sociales, en crear puestos de trabajo, en hospitales y escuelas, en transporte y carreteras?! Por su parte, el gobierno de coalición, participe de esta lógica, es el que históricamente más ha aumentado el gasto militar que, pese a lo que digan, ya supera el 2 % del PIB. Y, lo argumentan, tratándonos como a idiotas, que es por la “seguridad, la paz y la democracia”. Van a poner en marcha una economía de guerra. Y a toda la sociedad en clave de guerra, para justificar sus desmanes guerreristas. Todo esto, por otra parte, alimentará aún más a las fuerzas fascistas.
Además, al pertenecer a la OTAN, con sus manos manchadas de sangre, nos pone a los españoles una diana en el pecho. ¡OTAN no, bases fuera!
La guerra solo sale cara a las familias trabajadoras. Primero la pagamos con nuestro dinero, además de perder servicios sociales y públicos, derechos y libertades, y después la pagamos con nuestras vidas. Convierten a nuestros jóvenes en carne de cañón. Todo por defender intereses que no son los nuestros sino de los grandes capitalistas: de las grandes corporaciones y monopolios que se hacen con las riquezas y mercados de los países subyugados con la guerra, de los magnates de la industria militar, de los bancos que la financian (muchos españoles), etc. En una situación como la presente, hay que hablar claro: los dirigentes de las fuerzas de izquierda que participan en el gobierno han pasado el Rubicón, están en el lado de los enemigos del pueblo. Se han llenado de ignominia. Es necesario oponerse frontalmente y unidos a esta delirante política que nos lleva a la catástrofe.
¿¡Se puede decir entonces que esta “democracia” del 78 está al servicio del pueblo!? ¡No! Controlada por un puñado de especuladores, banqueros, magnates y ricachones, que son los que realmente tienen el poder, está a su servicio. Ellos rigen los destinos de nuestro país y de nuestras vidas.
No podemos seguir así. Esto no funciona, no funciona esta forma de gobierno de la sociedad que nos lleva al matadero y pone la pobreza, los problemas, sobre nuestros hombros, los hombros de los que vivimos de nuestro trabajo, y todas las riquezas en los bolsillos de ese puñado de multimillonarios, que nos explotan y roban legalmente de mil maneras. Hay que decir ¡basta ya! Tenemos que organizarnos para cambiar las cosas de arriba abajo, para hacer un cambio de raíz y ese cambio solo tiene un nombre: República.
Cada día, cada hora, la gente que nos ganamos la vida con el sudor de nuestra frente producimos cantidades inmensas de riqueza en forma de bienes, servicios y dinero contante, y sin embargo somos los que nos asfixiamos en la desesperación por llegar a fin de mes o en la pobreza.
Con los sueldos que tenemos y el precio de la vivienda, el acceso a ella se ha vuelto casi imposible porque los sucesivos gobiernos centrales y administraciones la han convertido en una mercancía en manos de especuladores, cuando debería ser un bien social disponible para todos. A pesar de la prorroga parlamentaria de la suspensión de los desahucios (no para todos), el pasado año superaron los 27.550.
Tenemos un paro (oficial) del 12 %, el doble del de la Unión Europea (6 %), que en el caso de los menores de 25 años llega al 28 % y en nuestros jóvenes de 16 a 19 años alcanza el 42 %. ¡¿Qué proyecto de vida pueden forjarse así?! El Estado, con los recursos que tiene, puede perfectamente crear cientos de miles de puestos de trabajo con el desarrollo de un potente tejido industrial, de los servicios públicos (sanidad, educación,…), etc. Pero no lo hace. No tiene esa voluntad porque quiere dejarlo todo en manos de la iniciativa privada, para que se sigan enriqueciendo los millonarios de siempre. Y los que tienen trabajo, éste es cada vez más precario, peores son las condiciones laborales y, por tanto, de vida, y los salarios están muy por debajo del coste de la vida. La inflación acumulada en los últimos años (debida en buena medida al aumento de los márgenes de los beneficios empresariales) nos lleva a millones de familias a tener dificultades para llegar a fin de mes y a millones más a entrar en las bolsas de pobreza y exclusión social. Uno de cada tres pobres tiene empleo remunerado.
Para engordar los bolsillos de esos ricachones desmantelan y ponen a la venta los servicios públicos y el sistema de pensiones. ¿Quiénes? No solo los gobiernos autonómicos del PP, también el central de coalición que mantiene la Ley General de Sanidad, la Ley 15/97 y el sistema de conciertos educativos, que es la legislación que permite las privatizaciones autonómicas. La sanidad pública está peor que nunca en este casi medio siglo de “democracia”. Lo mismo pasa con la educación pública. Y nunca mejor salud tuvieron la sanidad y educación privadas (y concertada).
Vaciaron nuestra hucha de las pensiones y ningún gobierno ha querido hacer una auditoría como exige el movimiento pensionista para dirimir responsabilidades. El Pacto de Toledo, aprobado por todos los grupos parlamentarios, abre la puerta a la privatización: en los últimos años hemos visto cómo se aprobaban leyes (algunas con el vergonzoso apoyo de todo el arco parlamentario) que promueven su privatización. La última reforma, con el beneplácito de los vendidos dirigentes sindicales, convierte este derecho colectivo, universal, en individual y lleva la edad de jubilación hasta los 72 años, a lo que se tendrían que acoger muchos trabajadores si quieren tener la jubilación completa.
A todo esto se suma la guerra en la que nos quieren meter, que va a complicar mucho más todos los problemas anteriores. El discurso guerrerista del gobierno y de la UE es ya atronador, su carrera armamentística y rearme están lanzados: con el beneplácito de todos los gobiernos, la UE se va a gastar 800.000 millones de euros en armamento. ¡¿Por qué todo este dinero no lo gastan en viviendas sociales, en crear puestos de trabajo, en hospitales y escuelas, en transporte y carreteras?! Por su parte, el gobierno de coalición, participe de esta lógica, es el que históricamente más ha aumentado el gasto militar que, pese a lo que digan, ya supera el 2 % del PIB. Y, lo argumentan, tratándonos como a idiotas, que es por la “seguridad, la paz y la democracia”. Van a poner en marcha una economía de guerra. Y a toda la sociedad en clave de guerra, para justificar sus desmanes guerreristas. Todo esto, por otra parte, alimentará aún más a las fuerzas fascistas.
Además, al pertenecer a la OTAN, con sus manos manchadas de sangre, nos pone a los españoles una diana en el pecho. ¡OTAN no, bases fuera!
La guerra solo sale cara a las familias trabajadoras. Primero la pagamos con nuestro dinero, además de perder servicios sociales y públicos, derechos y libertades, y después la pagamos con nuestras vidas. Convierten a nuestros jóvenes en carne de cañón. Todo por defender intereses que no son los nuestros sino de los grandes capitalistas: de las grandes corporaciones y monopolios que se hacen con las riquezas y mercados de los países subyugados con la guerra, de los magnates de la industria militar, de los bancos que la financian (muchos españoles), etc. En una situación como la presente, hay que hablar claro: los dirigentes de las fuerzas de izquierda que participan en el gobierno han pasado el Rubicón, están en el lado de los enemigos del pueblo. Se han llenado de ignominia. Es necesario oponerse frontalmente y unidos a esta delirante política que nos lleva a la catástrofe.
¿¡Se puede decir entonces que esta “democracia” del 78 está al servicio del pueblo!? ¡No! Controlada por un puñado de especuladores, banqueros, magnates y ricachones, que son los que realmente tienen el poder, está a su servicio. Ellos rigen los destinos de nuestro país y de nuestras vidas.
No podemos seguir así. Esto no funciona, no funciona esta forma de gobierno de la sociedad que nos lleva al matadero y pone la pobreza, los problemas, sobre nuestros hombros, los hombros de los que vivimos de nuestro trabajo, y todas las riquezas en los bolsillos de ese puñado de multimillonarios, que nos explotan y roban legalmente de mil maneras. Hay que decir ¡basta ya! Tenemos que organizarnos para cambiar las cosas de arriba abajo, para hacer un cambio de raíz y ese cambio solo tiene un nombre: República.
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