Manifestación republicana bajo el lema: “Lo llaman monarquía y no lo es: Hacia una consulta Monarquía o República”desde la Plaza del Azoguejo a la Plaza Mayor con paradas en lugares emblemáticos para el movimiento republicano, como son la antigua Biblioteca Pública, cárcel durante el franquismo, la estatua del folklorista y fundador de las milicias antifascistas Agapito Marazuela y ante la estatua del poeta Antonio Machado. La misma transcurrió en un ambiente festivo, aunque también reivindicativo, para conmemorar el 87 aniversario de la proclamación de la Segunda República para reclamar un nuevo modelo de estado y la abolición de la monarquía.
Foto:Foro Memoria Segovia
El ayuntamiento de Viloria, gobernado por Izquierda Unida, ha colocado en su fachada esta jornada la bandera republicana.
Foto: colectivo republicano Antonio Machado
MANIFIESTO UNITARIO LEÍDO AL FINALIZAR LA MANIFESTACIÓN DEL 14 DE ABRIL.
De las organizaciones: PCE (m-l), Federación Republicanos, Colectivo
Republicano “Antonio Machado”, IU, PCE, UJCE, Segoentiende, Foro por
la Memoria y Equo
Segovia, a 14 de abril de 2018
Hace 87 años, un esperanzador 14 de abril de 1931 cerraba largos años
de opresión, abusos y oscurantismo, protagonizados por los Borbones y
su séquito de oligarcas, corruptos y espadones. Aquel día, se abrió un
período de avances democráticos, sociales y culturales.
La actual situación política muestra, una vez más, tanto la incapacidad
del régimen del 78 para resolver los problemas de nuestro país, como
sus vínculos con el fascismo del cual es directo heredero, a través de la
monarquía impuesta por el dictador Franco. Un régimen, por tanto,
doblemente falto de legitimidad democrática. Nuestros pueblos jamás
pudieron expresar su voluntad sobre la forma de Estado, Monarquía o
República.
El Estado monárquico, verdadera dictadura coronada al servicio del
capital (“los mercados”), muestra hoy su verdadera cara en medio de una
larga agonía de años. La abdicación exprés de Juan Carlos I, lejos de
resolver sus problemas como se pretendía, ha venido a demostrar que la
Corona es parte del problema. Así se puso de manifiesto en particular el
pasado 1 de octubre, cuando Felipe VI se alineó abiertamente, como era
de esperar, con la reacción, respaldando la violencia del Estado en
Cataluña contra un ejercicio de democracia que atacaba directamente a
las bases de su trono y del sistema oligárquico al que representa.
Pero el 1 de octubre fue tan solo un hito en el ya largo recorrido del
Estado (donde la ausencia de división de poderes es flagrante) por la
senda del autoritarismo y la fascistización: la implantación de las leyes
mordaza y su cada vez más asfixiante aplicación, en contra de artistas y
militantes de la izquierda, así como el papel cada vez más abiertamente
represivo de los tribunales –especialmente agresivos contra los derechos
de las mujeres trabajadoras-, junto a una creciente permisividad hacia las
bandas fascistas, muestran a las claras que el régimen monárquico es
irreformable y que la podredumbre afecta ya a todas sus instituciones. El
reciente acuerdo de los partidos del Régimen para hacer caso omiso de
la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre la
libertad de expresión es todo un símbolo de esta realidad y delimita los
campos entre demócratas y reaccionarios.
Esta deriva autoritaria no se explica solo por el origen franquista del
régimen del 78, sino también porque responde a los intereses de la capa
de oligarcas que han venido utilizando al Estado para proteger sus
intereses y descargar el peso de la crisis económica sobre la población
trabajadora. A su dominio se deben la penuria de las pensiones, la
aplicación de las sucesivas reformas laborales, el desmantelamiento de
los servicios públicos como la sanidad y la educación, los salarios cada
vez más míseros, los desahucios de familias trabajadoras, un modelo
productivo basado en la especulación y el beneficio a corto plazo, la
emigración de centenares de miles de nuestros jóvenes, el
mantenimiento de un enorme fraude fiscal, etc. Mientras tanto, sí parece
haber dinero suficiente para rescatar bancos y autopistas, mantener
curas –pedófilos incluidos-, comprar armamento y enviar tropas a
colaborar en el asesinato de poblaciones inocentes. Una situación tan
terrible que solo pueden mantener incrementando la represión contra
cualquier voz disidente: huelguistas, tuiteros, cantantes o barrios enteros.
El régimen monárquico del 78 no tiene nada que ofrecer a los millones de
trabajadores y trabajadoras que padecemos su opresión económica,
política, de género, cultural o de cualquier otro tipo.
Sin embargo, todos sabemos que nadie nos va a regalar nada, que el
bloque de poder que sostiene al régimen no va a dejar paso
voluntariamente a un orden de cosas más democrático e igualitario. Es
necesario salir a la calle y plantarle cara en todos los ámbitos de la
sociedad y la política: en el barrio, en la fábrica, en las aulas, en los
ayuntamientos, en el ocio y en la cultura, en los polígonos, debemos
alzar la voz y organizarnos en torno al programa de 9 puntos:
1. Plan de choque contra la crisis.
2. Restablecimiento de la soberanía popular.
3. Derecho de autodeterminación de los pueblos.
4. Independencia Nacional.
5. Apertura de un proceso constituyente.
6. Recuperación de la memoria histórica.
7. Rechazo a la UE de los mercados.
8. Por la República una República de mujeres y hombres libres e iguales
en derechos, de ciudadanos y pueblos soberanos, que favorezca la
extensión de la cultura y haga retroceder el oscurantismo religioso. Una
República que dé respuestas efectivas a los graves problemas que están
atravesando millones de familias trabajadoras.
9. Defensa de la lucha de liberación de la mujer, que hacemos nuestra.
Es necesario romper con este régimen podrido para construir esa
República sobre nuevas bases. Y un primer paso para ello, y para
desarrollar la organización y la lucha de las clases trabajadoras, puede
ser movilizarse en torno a una demanda básica: dar voz al sentir de
nuestros pueblos en contra de lo existente, organizar una consulta
popular sobre la opción entre monarquía o República.
Llamamos a todas las gentes que viven de su trabajo, mujeres y
hombres, jóvenes y mayores, obreros y estudiantes, a movilizarse para
poder darles voz en una consulta popular y a organizarse para seguir
peleando por construir un nuevo país, para hacer realidad la Tercera
República.
¡Viva la República!
Foto: colectivo republicano Antonio Machado
MANIFIESTO UNITARIO LEÍDO AL FINALIZAR LA MANIFESTACIÓN DEL 14 DE ABRIL.
De las organizaciones: PCE (m-l), Federación Republicanos, Colectivo
Republicano “Antonio Machado”, IU, PCE, UJCE, Segoentiende, Foro por
la Memoria y Equo
Segovia, a 14 de abril de 2018
Hace 87 años, un esperanzador 14 de abril de 1931 cerraba largos años
de opresión, abusos y oscurantismo, protagonizados por los Borbones y
su séquito de oligarcas, corruptos y espadones. Aquel día, se abrió un
período de avances democráticos, sociales y culturales.
La actual situación política muestra, una vez más, tanto la incapacidad
del régimen del 78 para resolver los problemas de nuestro país, como
sus vínculos con el fascismo del cual es directo heredero, a través de la
monarquía impuesta por el dictador Franco. Un régimen, por tanto,
doblemente falto de legitimidad democrática. Nuestros pueblos jamás
pudieron expresar su voluntad sobre la forma de Estado, Monarquía o
República.
El Estado monárquico, verdadera dictadura coronada al servicio del
capital (“los mercados”), muestra hoy su verdadera cara en medio de una
larga agonía de años. La abdicación exprés de Juan Carlos I, lejos de
resolver sus problemas como se pretendía, ha venido a demostrar que la
Corona es parte del problema. Así se puso de manifiesto en particular el
pasado 1 de octubre, cuando Felipe VI se alineó abiertamente, como era
de esperar, con la reacción, respaldando la violencia del Estado en
Cataluña contra un ejercicio de democracia que atacaba directamente a
las bases de su trono y del sistema oligárquico al que representa.
Pero el 1 de octubre fue tan solo un hito en el ya largo recorrido del
Estado (donde la ausencia de división de poderes es flagrante) por la
senda del autoritarismo y la fascistización: la implantación de las leyes
mordaza y su cada vez más asfixiante aplicación, en contra de artistas y
militantes de la izquierda, así como el papel cada vez más abiertamente
represivo de los tribunales –especialmente agresivos contra los derechos
de las mujeres trabajadoras-, junto a una creciente permisividad hacia las
bandas fascistas, muestran a las claras que el régimen monárquico es
irreformable y que la podredumbre afecta ya a todas sus instituciones. El
reciente acuerdo de los partidos del Régimen para hacer caso omiso de
la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre la
libertad de expresión es todo un símbolo de esta realidad y delimita los
campos entre demócratas y reaccionarios.
Esta deriva autoritaria no se explica solo por el origen franquista del
régimen del 78, sino también porque responde a los intereses de la capa
de oligarcas que han venido utilizando al Estado para proteger sus
intereses y descargar el peso de la crisis económica sobre la población
trabajadora. A su dominio se deben la penuria de las pensiones, la
aplicación de las sucesivas reformas laborales, el desmantelamiento de
los servicios públicos como la sanidad y la educación, los salarios cada
vez más míseros, los desahucios de familias trabajadoras, un modelo
productivo basado en la especulación y el beneficio a corto plazo, la
emigración de centenares de miles de nuestros jóvenes, el
mantenimiento de un enorme fraude fiscal, etc. Mientras tanto, sí parece
haber dinero suficiente para rescatar bancos y autopistas, mantener
curas –pedófilos incluidos-, comprar armamento y enviar tropas a
colaborar en el asesinato de poblaciones inocentes. Una situación tan
terrible que solo pueden mantener incrementando la represión contra
cualquier voz disidente: huelguistas, tuiteros, cantantes o barrios enteros.
El régimen monárquico del 78 no tiene nada que ofrecer a los millones de
trabajadores y trabajadoras que padecemos su opresión económica,
política, de género, cultural o de cualquier otro tipo.
Sin embargo, todos sabemos que nadie nos va a regalar nada, que el
bloque de poder que sostiene al régimen no va a dejar paso
voluntariamente a un orden de cosas más democrático e igualitario. Es
necesario salir a la calle y plantarle cara en todos los ámbitos de la
sociedad y la política: en el barrio, en la fábrica, en las aulas, en los
ayuntamientos, en el ocio y en la cultura, en los polígonos, debemos
alzar la voz y organizarnos en torno al programa de 9 puntos:
1. Plan de choque contra la crisis.
2. Restablecimiento de la soberanía popular.
3. Derecho de autodeterminación de los pueblos.
4. Independencia Nacional.
5. Apertura de un proceso constituyente.
6. Recuperación de la memoria histórica.
7. Rechazo a la UE de los mercados.
8. Por la República una República de mujeres y hombres libres e iguales
en derechos, de ciudadanos y pueblos soberanos, que favorezca la
extensión de la cultura y haga retroceder el oscurantismo religioso. Una
República que dé respuestas efectivas a los graves problemas que están
atravesando millones de familias trabajadoras.
9. Defensa de la lucha de liberación de la mujer, que hacemos nuestra.
Es necesario romper con este régimen podrido para construir esa
República sobre nuevas bases. Y un primer paso para ello, y para
desarrollar la organización y la lucha de las clases trabajadoras, puede
ser movilizarse en torno a una demanda básica: dar voz al sentir de
nuestros pueblos en contra de lo existente, organizar una consulta
popular sobre la opción entre monarquía o República.
Llamamos a todas las gentes que viven de su trabajo, mujeres y
hombres, jóvenes y mayores, obreros y estudiantes, a movilizarse para
poder darles voz en una consulta popular y a organizarse para seguir
peleando por construir un nuevo país, para hacer realidad la Tercera
República.
¡Viva la República!
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