Vídeo de la presentación:
El ciclo “Lectura y compromiso” del Foro Social de Segovia presentó el libro “La Salud planetaria” en la sala del Centro de autoayuda y voluntariado de Segovia.
Poco a poco fue desgranando esas intenciones y los incumplimientos que hacen que los acuerdos de París, Río y tantos más no den los frutos esperados. Habló de cómo los riesgos económicos y sanitarios en realidad son riesgos provocados por problemas ambientales según los estudios de los propios economistas y profesionales de la salud. Así se habló de cambio climático, pérdida de la diversidad y contaminación como causantes de los problemas no solo ambientales, sino también económicos y sanitarios, con crisis y pandemias que tienen, como mejor antídoto, una buena salud planetaria, que es a buen seguro la mejor vacuna posible, de acuerdo con todos los estudios científicos realizados y de los que da cuenta en su libro.
De acuerdo con la ONU existe un nuevo derecho humano universal: disponer de un medio ambiente limpio y saludable. Pero ante este nuevo derecho se enfrentan multitud de incumplimientos. Citó y ejemplificó la pérdida de biodiversidad, dedicando un apartado a la repercusión de las macrogranjas, con incidencia muy negativa en tantos factores que hacen imposible su defensa. Así inciden negativamente en las zoonosis, pandemias, la ingente e indiscriminada producción y uso de antibióticos, la contaminación, la exposición bacteriana a los antibióticos, la aparición de enfermedades resistentes, la sobreexplotación de agua, el maltrato animal, el desempleo y la pobreza y la desigualdad. Con un problema básico: colocar el negocio y el beneficio económico de unos pocos por encima de todo.
Concluyó explicando que la crisis a la que nos enfrentamos no es energética ni económica: es ambiental. Es muy rentable invertir en naturaleza. Es cierto que lleva tiempo obtener retornos, pero la eficacia de esta inversión es innegable frente a otras más fáciles e inmediatas como soluciones tecnológicas.
Conocido el problema, tenemos la responsabilidad de hacer algo y, en este apartado, incidió en el decrecimiento como único camino, especialmente cuando comprendemos lo que de verdad está en juego.
En el turno de debate con el público se incidió en los proyectos desarrollados en hospitales, en la necesidad de concienciación global y local, en qué cosas podemos cambiar, en los argumentos que apoyan todas estas reflexiones y la forma en la que se pueden explicar a la sociedad en su conjunto, con especial incidencia en el sector más joven de la población y otros temas más. Concluyó el acto con un agradecido aplauso del público asistente.
Raquel Casas se encargó de la presentación del coautor del libro, Fernando Valladares. Explicó su actividad como profesor de ecología en la Universidad Rey Juan Carlos y difusor de la idea de que existe una necesidad imperiosa de ponerse a trabajar ya en la salud planetaria, por ello forma parte del movimiento “Rebelión científica”, un movimiento de denuncia que pretende preservar nuestra salud, que está inseparablemente unida a la salud del planeta y que para ello es imprescindible cambiar nuestro estilo de vida
Fernando Valladares comenzó explicando que su actividad, además de universitaria, se centra en desarrollar proyectos en colegios, institutos, hospitales y en países, principalmente latinoamericano, colaborando en la implementación de proyectos relacionados con la salud, tanto humana como planetaria, pues ambas están intrínsecamente interrelacionadas y no se comprende una sin la otra.
Señalo el indudable éxito de la humanidad en multiplicar su población (en pocas décadas se pasado de cuatro mil a ocho mil millones de habitantes), pero rebasando los límites sostenibles planetarios y alterando los ciclos naturales. Es cierto que se han conseguido alimentos para lograr este éxito reproductivo de la población, pero ello ha sido posible gracias al uso de fertilizantes que han provocado una huella ambiental que sobrepasa con creces los límites que ofrece el planeta, produciendo mucha comida, un tercio de la cual se tira a la basura en buen estado y al tiempo una contaminación a base de la fertilizantes y otros productos de los cuales más de la mitad van directamente a los cursos de agua. De este modo la degradación ambiental por primera vez en la historia de la humanidad gana la partida al progreso médico y provoca un descenso en la esperanza de vida global. Explica que para combatir esta situación la mejor herramienta de la que disponemos es el sentido común. Explicó que mucha de la comida se tira en origen por precios de mercado y para su producción se había empleado una cuarta parte del agua con la que contamos.
También incidió en el desmesurado consumo de proteína animal, especialmente en carnes rojas, constatando que cuanto mayor es la capacidad económica es mayor su consumo. Esto se contrapone directamente con estudios científicos presentados recientemente que indican que otras dietas (vegetariana, mediterránea, vegana, basada en peces…) tienen una mejor incidencia en la salud humana y, por tanto, planetaria.
A continuación analizó la situación energética, que sigue presentando una fuerte dependencia de combustibles fósiles, básicamente petróleo, carbón y gas, con el consiguiente efecto invernadero que ya está presente en nuestras vidas con olas de calor como la que este mismo verano ha recorrido el mundo desde la India a los Polos o Europa. También por incendios descontrolados e incidencias en la salud. Obviamente esta situación no se puede mantener por mucho tiempo. Ya se firmó detenerla en el Acuerdo de París, hace siete años, poniendo como objetivo el aumento de menos de grado y medio de temperatura a nivel planetario, pero las acciones para lograrlo han sido escasas, con poco seguimiento e implementación y con poca o nula eficacia. Al igual que la Agenda 20-30, bienintencionada y defensora de los derechos humanos, pero con poco cumplimiento.
Señalo el indudable éxito de la humanidad en multiplicar su población (en pocas décadas se pasado de cuatro mil a ocho mil millones de habitantes), pero rebasando los límites sostenibles planetarios y alterando los ciclos naturales. Es cierto que se han conseguido alimentos para lograr este éxito reproductivo de la población, pero ello ha sido posible gracias al uso de fertilizantes que han provocado una huella ambiental que sobrepasa con creces los límites que ofrece el planeta, produciendo mucha comida, un tercio de la cual se tira a la basura en buen estado y al tiempo una contaminación a base de la fertilizantes y otros productos de los cuales más de la mitad van directamente a los cursos de agua. De este modo la degradación ambiental por primera vez en la historia de la humanidad gana la partida al progreso médico y provoca un descenso en la esperanza de vida global. Explica que para combatir esta situación la mejor herramienta de la que disponemos es el sentido común. Explicó que mucha de la comida se tira en origen por precios de mercado y para su producción se había empleado una cuarta parte del agua con la que contamos.
También incidió en el desmesurado consumo de proteína animal, especialmente en carnes rojas, constatando que cuanto mayor es la capacidad económica es mayor su consumo. Esto se contrapone directamente con estudios científicos presentados recientemente que indican que otras dietas (vegetariana, mediterránea, vegana, basada en peces…) tienen una mejor incidencia en la salud humana y, por tanto, planetaria.
A continuación analizó la situación energética, que sigue presentando una fuerte dependencia de combustibles fósiles, básicamente petróleo, carbón y gas, con el consiguiente efecto invernadero que ya está presente en nuestras vidas con olas de calor como la que este mismo verano ha recorrido el mundo desde la India a los Polos o Europa. También por incendios descontrolados e incidencias en la salud. Obviamente esta situación no se puede mantener por mucho tiempo. Ya se firmó detenerla en el Acuerdo de París, hace siete años, poniendo como objetivo el aumento de menos de grado y medio de temperatura a nivel planetario, pero las acciones para lograrlo han sido escasas, con poco seguimiento e implementación y con poca o nula eficacia. Al igual que la Agenda 20-30, bienintencionada y defensora de los derechos humanos, pero con poco cumplimiento.
Poco a poco fue desgranando esas intenciones y los incumplimientos que hacen que los acuerdos de París, Río y tantos más no den los frutos esperados. Habló de cómo los riesgos económicos y sanitarios en realidad son riesgos provocados por problemas ambientales según los estudios de los propios economistas y profesionales de la salud. Así se habló de cambio climático, pérdida de la diversidad y contaminación como causantes de los problemas no solo ambientales, sino también económicos y sanitarios, con crisis y pandemias que tienen, como mejor antídoto, una buena salud planetaria, que es a buen seguro la mejor vacuna posible, de acuerdo con todos los estudios científicos realizados y de los que da cuenta en su libro.
De acuerdo con la ONU existe un nuevo derecho humano universal: disponer de un medio ambiente limpio y saludable. Pero ante este nuevo derecho se enfrentan multitud de incumplimientos. Citó y ejemplificó la pérdida de biodiversidad, dedicando un apartado a la repercusión de las macrogranjas, con incidencia muy negativa en tantos factores que hacen imposible su defensa. Así inciden negativamente en las zoonosis, pandemias, la ingente e indiscriminada producción y uso de antibióticos, la contaminación, la exposición bacteriana a los antibióticos, la aparición de enfermedades resistentes, la sobreexplotación de agua, el maltrato animal, el desempleo y la pobreza y la desigualdad. Con un problema básico: colocar el negocio y el beneficio económico de unos pocos por encima de todo.
Concluyó explicando que la crisis a la que nos enfrentamos no es energética ni económica: es ambiental. Es muy rentable invertir en naturaleza. Es cierto que lleva tiempo obtener retornos, pero la eficacia de esta inversión es innegable frente a otras más fáciles e inmediatas como soluciones tecnológicas.
Conocido el problema, tenemos la responsabilidad de hacer algo y, en este apartado, incidió en el decrecimiento como único camino, especialmente cuando comprendemos lo que de verdad está en juego.
En el turno de debate con el público se incidió en los proyectos desarrollados en hospitales, en la necesidad de concienciación global y local, en qué cosas podemos cambiar, en los argumentos que apoyan todas estas reflexiones y la forma en la que se pueden explicar a la sociedad en su conjunto, con especial incidencia en el sector más joven de la población y otros temas más. Concluyó el acto con un agradecido aplauso del público asistente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario