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sábado, 25 de febrero de 2023

Concentración Hombres contra la violencia machista en Segovia

                  
Hombre se concentran a los pies del acueducto para manifestarse en contra de la violencia machista, una verdadera pandemia dentro de esta sociedad en la que nos toca vivir. Para dar testimonio como personas pertenecientes al género masculino puede tener incidencia sobre las conciencias de muchas personas. 

     
HOMBRES CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA” MANIFIESTO

Desde 2010 han sido asesinadas a manos de hombres 1371 mujeres. En 2022 fueron 90 y en lo que va de 2023 ya van 14. Estos datos están actualizados a la fecha en la que se redacta este documento, pero la triste experiencia hace temer que, en cualquier momento, más mujeres van a sumarse a esta siniestra estadística que debería avergonzarnos como sociedad. Las personas sensibilizadas con esta lacra, con frecuencia nos preguntamos cuál sería el estado de la opinión pública si estas cifras correspondiera a políticos, futbolistas o simplemente hombres anónimos asesinados a manos de mujeres.

Y el problema más grave no es que estemos sufriendo estas cifras, si no que no parece que vayan a disminuir. Año tras año se mantienen datos parecidos con algunos intolerablemente altos. Así, los años con picos más altos de feminicidio han sido el 2007, 2008, 2010 y 2015.

Las campañas puestas en marcha en los últimos años han conseguido, en el mejor de los casos, concienciar a las mujeres. A muchas mujeres. Pero… ¿y los hombres?

No hacen falta estadísticas (aunque serían muy de desear) para entender que la sociedad patriarcal en general y los hombres en particular, somos la raíz del problema. Porque “el problema”, dicho de manera clara y sencilla, es que hay hombres que asesinan a mujeres.

Las asesinan con mil argumentos. Cada cual, más arraigado en las desigualdades y en esta cultura patriarcal: dicen que lo hacen porque “las quieren”, porque “no pueden vivir sin ellas”; afirman de manera contundente: “si no eres para mí no serás para nadie”. Pero, llegando al fondo de esas “justificaciones” que no se sostienen en una sociedad que dice ser democrática, LOS HOMBRES ASESINAN A LAS MUJERES PORQUE SÍ, porque se sienten con el derecho a hacer con las mujeres lo que quieren, llegando al extremo de asesinarlas.

Aunque nos cueste nombrarlo, en estas violencias machistas, los asesinos son hombres y las asesinadas son mujeres.


La educación patriarcal, la cultura patriarcal, la religión patriarcal, construye esta sociedad patriarcal donde los hombres aprendemos que nuestros derechos están por encima de los derechos de las mujeres, tanto es así, que nos otorgamos la capacidad de decidir sobre sus vidas a todos los niveles. Decidimos sobre sus tiempos de ocio, sobre sus capacidades, sobre cuáles son sus obligaciones, sobre el uso y disfrute de sus cuerpos…


Esta aberración, que va en contra de cualquier principio democrático y de los Derechos Humanos, está presente aún en el siglo XXI. Y, lo que es más grave, está cobrando fuerza en algunos espacios. Las campañas de concienciación están bien, pero no parecen ser suficientes porque no se está logrando reducir el número de víctimas. Parece que se está intentando curar un cáncer con aspirina. Se agradece la intención, pero el Estado debe garantizar la vida de mujeres y hombres y no parece que lo esté consiguiendo, porque no se aplica debidamente la ley en toda su amplitud, porque seguimos amaneciendo con nuevos asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas, hombres, sus maridos o exmaridos.

Hay que armarse de valor y llamar a las cosas por su nombre: la sociedad actual es patriarcal, sexista y machista, y es el caldo de cultivo desde donde surgen, se nutren, e incluso se justifican, las violencias machistas.

Por eso un grupo de hombres, pocos aún, reconocemos en nuestro fuero interno: “Yo soy machista”, pero estamos dispuestos a luchar contra ello. Aunque hayamos conseguido anular, transformar o reprimir comportamientos machistas, el machismo está metido debajo de nuestra piel, desde la cuna. Que tire la primera piedra el hombre que no haya levantado la voz a una mujer. Que no haya dado un puñetazo en la mesa en una discusión. Que no haya “castigado” a su pareja con una semana sin dirigirle la palabra por una discrepancia de opiniones. O con cualquiera de los mil modos de “micromachismos”, que no son más que un modo de justificar y quitar importancia a comportamientos cargados de desigualdad y que sostienen las violencias más extremas que llevan a los asesinatos a mujeres. No existe un machismo “micro”. Cualquier manifestación de supremacía de los hombres sobre las mujeres es machismo puro y duro. Y, con demasiada frecuencia, es el anticipo de una agresión más grave. Por eso, TOLERANCIA CERO.

Pensamos que hasta que no haya una mayoría de seres humanos de sexo masculino que nos hagamos corresponsables de las violencias machistas y nos sintamos interpelados por el principio fundamental del feminismo que no es otro que: MUJERES Y HOMBRES TENEMOS LOS MISMOS DERECHOS, no acabará el siniestro goteo de asesinatos de mujeres a manos de los hombres.

La presión social de las mujeres y del movimiento feminista durante la historia de la humanidad ha conseguido algunos avances en materia de reconocimiento de derechos, pero el núcleo duro del problema permanece intacto. Está bien hacer condena pública cada asesinato machista, están bien algunos cambios en la legislación en materia de violencia de género y en derechos, están bien algunas herramientas públicas para la atención en materia de violencias machistas, está bien que haya profesionales a cargo de la prevención: son, sin duda, avances a tener en cuenta.

Pero la situación es tan cruel e intolerable que con frecuencia estos pequeños avances colocan en segundo plano otras manifestaciones del machismo, como los diversos modos de violencia que, sin llegar al asesinato, condenan a miles (o millones) de mujeres a vivir en un estado de terror, humillación y sumisión a lo largo de sus vidas: como el sexo no consentido dentro de la pareja, la prostitución, la desigualdad de salarios, la feminización de los cuidados, el limitado acceso de las mujeres a espacios de poder y toma de decisión o la limitación de sus derechos sexuales y reproductivos.

En el GRUPO DE HOMBRES CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS no queremos dar lecciones a nadie. Nuestra única intención es poner de manifiesto, para conocimiento de otros congéneres, que si se quiere se puede dejar atrás el yugo del patriarcado, del machismo y del sexismo, que humilla no sólo a las mujeres, sino que nos hace no merecedores de denominarse “personas”.


ELLAS Y NOSOTROS, COMO IGUALES,

¡NI UN PASO ATRÁS CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS!


¡NI UNA MUJER MÁS, ASESINADA A MANOS DE NINGUNO DE NOSOTROS!


¡NI UNA MUJER MÁS ASESINADA A MANOS DE UN HOMBRE!


¡TOLERANCIA CERO CON CUALQUIER TIPO DE VIOLENCIA DE NOSOTROS, LOS HOMBRES, SOBRE LAS MUJERES!



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